jueves, 14 de febrero de 2013

Aspirando a ser feliz

     En la vida tenemos sueños, tenemos metas. En la vida nos pasamos la mayor parte del tiempo intentando realizar aquellos sueños a los que aspiramos. Mucha gente lo intenta, lo intenta con todas sus fuerzas, y no se rinde por nada. Pocos son los que al final alcanzan las metas que se habían propuesto. Pero, qué pasa con la gente que no lo consigue? ¿A caso no le han puesto suficientes ganas a sus esfuerzos? ¿Es posible que no fueran sus sueños y estuvieran equivocados todo el tiempo? ¿Se han equivocado de metas? ¿Lo han intentado de verdad?
     Yo, como todo el mundo, tengo sueños, metas y aspiraciones. Algunas fijas y que siempre he tenido, y otras que cambian tantas veces como el viento cambia de dirección y velocidad. Pero aún sigo intentando definir mis propósitos. Sigo buscando mi camino a seguir. Busco mi lugar.
     Muchas han sido las ocasiones en las que he creído encontrar mi camino, siempre guiada por una u otra compañía. Muchas han sido las oportunidades y ocasiones que he tenido para cumplir algún sueño o encontrar el camino para tener un futuro. Y sigo en el mismo lugar, con los mismos miedos, con más ganas de salir a buscar mi sitio.
     Y cada vez que veo una luz que puede guiarme a salir de este túnel en el que yo misma me he metido, algo o alguien me lo impide. Vivo con la constante duda de si son baches reales o todo está en mi mente. Todo fruto de ese miedo. Miedo a fracasar. Y me pregunto si es un miedo real, me pregunto si algún día encontraré esa motivación que me haga obviar cada paso negativo y cada obstáculo en el camino para hacer mis sueños realidad.

domingo, 3 de febrero de 2013

Tantas veces

   ¿Cuántas veces me habré dado cuenta de que no vale la pena luchar por quien no se interesa por ti? ¿Cuántas veces me habré decepcionado por crearme falsas esperanzas sobre los demás?
   Y aun así sigo creyendo que todo el mundo actúa de buena fe, con buenas intenciones, de corazón. Sigo creyendo que por intentarlo una vez más no se pierde nada, cuando en realidad desperdicio mi tiempo creyendo en un posible cambio.
   ¿Cuántas veces tropezaré con la piedra de la desilusión? Y seguiré pensando que algo bueno está por venir, que por creer en los demás nada malo puede pasar. Y en cambio, las lágrimas toman posesión de mis ojos, y mis ganas de creer en la gente decaen. Todo se echa a perder.

   Y todo por creer en él...