miércoles, 17 de abril de 2013

Reflexiones de domingo.

   Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores, uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella.
   Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejaréis de intentarlo. Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.
   Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más...
   Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza.
   Os libraréis de él o ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma), pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros.
   Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quién amas, que haciendo el amor con alguien a quién aprecias.

        - Reflexiones de domingo. El informer de la UDL.

jueves, 28 de marzo de 2013

Relato corto de amor y pasión

   Por un instante deseé ser suave como la brisa, viajar a través del cielo y en apenas unos minutos estar a su lado. Acariciando suavemente sus mejillas sonrosadas. Posarme en sus labios carnosos y balancearme en sus dedos.
   Deseé, ligeramente, mirarle a los ojos, subir mis dedos por su brazo lentamente, erizandole la piel. Llegar a su cuello y rozarle con la yema de mis dedos mientras con la otra mano jugueteo con su pelo.
   Acercarme despacito a su oído y susurrarle lo magnifica que es su belleza. Rozar el lóbulo de su oreja con mis labios, bajando por su cuello mientras mis manos recorren su cuerpo a la misma velocidad.
   Besar su cuello desnudo mientras deslizo mis manos por debajo de su camiseta. Y desde el bajo de su espalda subir lentamente mis manos por su columna, a la vez que mi boca recorre su cuello hacia la mandíbula.
   Quitarle la camiseta suavemente mientras mis ojos se clavan en los suyos.
   Sentarme en su regazo rodeandole con mis piernas. Sentir su pecho desnudo contra el mío, sentir cada latido de su corazón acompasado a su agitada respiración.
   Acariciarle la mejilla nuevamente hasta poner mi dedo índice en su labio inferior para tocarlo mientras me muerdo el mío para reprimir mis ganas de besarle.
   Perderme en su mirada, pestañear para recuperar la compostura.
   Poner ambas manos al cuello para llegar hasta la nuca y juguetear con el pelo nuevamente.
   Acercarme poco a poco, presionando nuestros pechos, y dejar que mis labios se coloquen suavemente sobre los suyos como una pieza de puzzle perfectamente encajada.

   Besarle. Tocarle. Saborearle. Olerle. Oírle.
   Sentir sus manos suaves sobre mi espalda, subiendo despacito. Ver su mirada perdida recorriendo mi cuello.
   Moviendo sus manos acompañadas de un suspiro para apartarme el pelo dejándolo caer sobre mi espalda, dejando mi pecho desnudo apretado contra el suyo para unir nuestros latidos.
   Sentir sus dedos acariciar mi cuello, poniéndome los pelos de punta. Sentir nuevamente sus ojos sobre mis labios. Acariciando mi mejilla con la otra mano mientas se humedece los labios.
   Acercándolos poco a poco a mi clavícula para dejar su respiración en mi piel como una suave brisa.
   Estirar el cuello hacia atrás para que llene de besos mi garganta, subiendo por mi mandíbula  besando mi mejilla para llegar a mi oreja y morderla suavemente.
   Y mientras sus manos, una bajando por mi espalda y la otra sujetándome delicadamente por la nuca.
   Y sigue bajando por mi muslo hasta llegar a mi rodilla haciendo círculos para volver a subir esta vez por dentro.
   Parando antes de llegar para mirarme nuevamente, acercar sus labios a los míos y perderse entre mis besos.

   Noto mientras le beso, su mano acariciando mi muslo. Le noto. Bajo mis manos por su espalda y me cuelo dentro de sus pantalones mientras él se cuela debajo de mi falda.
   Nuestros labios se besan al compás de nuestros latidos. Nuestras respiraciones se agitan al ritmo de nuestras manos desenfrenadas.
   Me coloca una mano en el bajo de la espalda y la otra sube hasta mi nuca para agarrarme con fuerza. Cogiéndome en brazos para tumbarme sobre su cama con delicadeza. Colocándose a mi lado y encajándose a mis curvas.
   Le cojo del pelo para acercar sus labios a los míos mientras mi otra mano vaga libre por su pecho, recorriendo cada hueco de su piel.
   Él posa una mano en mi vientre mientras que juguetea con mi pelo con la otra, apartándolo lentamente para dejar mi cuello al descubierto.
   Decido bajar mi mano por su abdomen, para seguir el recorrido hasta colarme en sus pantalones nuevamente mientras que él imita el movimiento con su mano sobre mi.
   Se introduce por debajo de mis braguitas, y las caricias van y vienen mutuamente sin dejar de besarnos.
   Noto su pulso acelerado cuando me meto en sus calzoncillos. Le toco. Me toca. Y seguimos perdidos en nuestros besos. Su mano juguetea haciéndome cosquillas, acercándose cada vez más. Mi mano le acaricia lentamente, mientras que mi respiración se acelera cuando siento sus dedos suaves dentro de mi, apartando mi boca de la suya, retorciendo mi espalda de placer. Y me acerca nuevamente sus labios, mientras nuestras manos siguen aceleradas bajo la ropa.
   Vestimenta que no tarda en desaparecer para quedarnos ambos desnudos, con nuestros cuerpos encajados. Sus manos vuelven a estar en mi cuello y en mi vientre. Sus labios me besan desplazándose por mi garganta, para bajar a mi pecho, erizandome la piel.
   Mis manos suben y bajan por su espalda poco a poco, rozando cada parte de su piel suavemente.
   Siento nuevamente sus manos bajar por mi vientre. Y me estremezco bajo su cuerpo al sentir sus caricias, acelerando el ritmo de mis besos, frenéticos en busca de su amor.
   Mis manos siguen el camino por su espalda rodeando su cadera de caricias. Colándome en su ingle al tiempo que se retuerce al sentir mis manos sobre él.
   Caricias acompasadas, de besos acompañadas. Fuertes respiraciones entre mutuos jadeos.
   Nuestros labios se separan, nuestras manos se detienen sin apartarse.
   La mano de debajo de mi nuca va subiendo por mi cuello, y me acaricia la mejilla sonrosada.
    Lo miro y me escondo en su profunda mirada. Suavemente se aparta, se tumba junto a mi y con delicadeza me coloca sobre él.
   Sentada en su cadera con mis manos en su vientre. Con sus manos donde termina mi espalda, y sus ojos puestos sobre mi.
   Su mano sube por mi columna, con suaves caricias por mi hombro, apartando mi cabello hacia atrás dejando desnudo mi cuello, para volver a acariciarlo y inclinarme suavemente sobre él hasta que nuestros labios se vuelven a encontrar.
   Me balanceo sobre él mientras mis manos se desplazan simétricamente por su abdomen, subiendo por su pecho para llegar a su cuello, y sin apartar las manos, estirar los dedos para acariciarle el lóbulo de sus orejas.
   Sin cesar en nuestro afán por besarnos, su mano me agarra por el muslo colocándome sobre él.
   Notando como poco a poco se introduce en mi interior, estremeciendo todo mi cuerpo, arqueando mi espalda para facilitarle el acceso.
   Nos miramos nuevamente, me muerdo el labio, se humedece el suyo. su mano me aparta un mechón que cae por mi cara, mirándome fijamente.
   Sonrisa de complicidad, seguida de otro beso, que da paso a muchos más, acompasados al vaivén de nuestras caderas.
   Caricias por nuestros cuerpos cada vez más acelerados y jadeantes.
   Llenos de un placer inmenso y un amor incondicional.
   Acelerando y frenando nuestros cuerpos al compás del tiempo. El tiempo de un reloj que parece que se ha parado. Un reloj que es testigo de la intimidad de nuestros cuerpos. Cuerpos desatados por la pasión, con gran fogosidad en el interior.
   Mis manos se separan de su cuello para agarrar con fuerza el cojín. Arqueo mi espalda con cada movimiento un poco más.
   Sus manos se apartan de mis caderas para subir por mi espalda, bajar por mis brazos, y cogerme de las manos.
   Todo se detiene, me mira a los ojos, me abraza y se incorpora, dejando que mis piernas le rodeen otra vez.
   Y así, abrazados, apoyo mi cabeza sobre su hombro, y él imita el movimiento. Nuestros cuerpos pegados el uno al otro. nuestras manos jugueteando en nuestras espaldas.
   Se aparta suavemente, me aparto otro mechón, me acaricia y me acerca a él.
   Le miro fijamente y le agarro la cara con mis manos para darle un suave beso en los labios. Un beso cálido que acelera nuestros corazones.
   Encajados, nuestros cuerpos dentro el uno del otro, unidos por el latido acompasado.
   Me mira nuevamente, se acerca a mi oreja y mientras una mano baja por mi espalda y la otra se posa en mi mandíbula, cierro los ojos y le oigo susurrarme al oído.
   Mi corazón se detiene, mis manos paran, mis ojos buscan los suyos, y en el silencio de nuestra cama mi mente hace eco de sus palabras, en un bucle que no se detiene.
  Lanzo mis labios a los suyos para besarle con fuerza, reanudando el movimiento coordinado de nuestros cuerpos.
   Caricias frenéticas acompañadas de un corazón cada vez más acelerado al ritmo de sus caderas.
   Gimiendo de placer, sintiéndole dentro de mi cada vez más. Ahogando mis jadeos en sus besos.
   Movimientos cada vez más rápidos que desembocan en un clímax de placer. Arqueando mi espalda sobre su cuerpo.
   Y sin dejar de moverse me acaricia, me besa los pechos que he dejado al alcance de su boca. Erizando más mi piel, acelerando mis movimientos. Besandole el cuello como si no hubiera un mañana para los dos.
   Besandole más y más rápido, al ritmo de mis caderas.
   Sus manos se detienen en mi trasero, y agarrando con fuerza, embiste mi cuerpo, arqueando el suyo, dejando su cuello a mi alcance.
   Cayendo suavemente sobre la almohada que frena nuestros cuerpos. Reduciendo el movimiento hasta que sólo quedan nuestros cuerpos unidos, jadeantes uno encima del otro.
   Mi mano juguetea con su pelo, las suyas se posan en mi espalda en un abrazo cálido.
   Giro mi cabeza para mirarle, le acaricio la mejilla, los labios, siguiendo mis movimientos con la mirada.  Le agarro de la nuca y lo beso. Me pierdo nuevamente mientras mis labios repiten en voz alta, el eco de sus palabras.
     - Te quiero.

jueves, 14 de marzo de 2013

Me gustaría

Me gustaría que me vieras aquí, sonriendo delante del móvil leyendo tus mensajes. Me gustaría que me vieras cuando te miro de reojo intentando que nadie me vea. Me gustaría que al hacerlo, me diera cuenta de que tu también me observas cuando nadie mira, mientras corazón da un respingo de felicidad. Me gustaría desbocar tu corazón cada vez que me vieras morderme el labio al pensar en ti. Me gustaría que sintieras mi respiración al recordar tus caricias sobre mi. Me gustaría levantar la mirada y encontrarme el océano de tus ojos observando mi espalda desnuda. Me gustaría envolverme con tus sábanas mientras me buscas debajo de ellas. Me gustaría despeinar tu cabello después de besarte,  y que despeinaras el mío antes de besarme. Me gustaría tener algo que decirte cuando me dejas sin palabras. Me gustaría dejarte sin palabras cuando me hablas. Me gustaría escribir y saber que te escribo a ti y no a un prototipo de ti. Me gustaría que supieras que te escribo. Me gustaría decirte lo que te escribo. Me gustaría decirte lo que escribo. Me gustaría saber que puedes sentir algo después de que me vaya. Me gustaría que sintieras algo. Me gustaría no sentir nada. Me gustaría despertarme a tu lado cada mañana. Me gustaría saber que ya nunca habrá nadie más para los dos. Me gustaría... Todo me gustaría de ti si sintieras algo por mi.

jueves, 14 de febrero de 2013

Aspirando a ser feliz

     En la vida tenemos sueños, tenemos metas. En la vida nos pasamos la mayor parte del tiempo intentando realizar aquellos sueños a los que aspiramos. Mucha gente lo intenta, lo intenta con todas sus fuerzas, y no se rinde por nada. Pocos son los que al final alcanzan las metas que se habían propuesto. Pero, qué pasa con la gente que no lo consigue? ¿A caso no le han puesto suficientes ganas a sus esfuerzos? ¿Es posible que no fueran sus sueños y estuvieran equivocados todo el tiempo? ¿Se han equivocado de metas? ¿Lo han intentado de verdad?
     Yo, como todo el mundo, tengo sueños, metas y aspiraciones. Algunas fijas y que siempre he tenido, y otras que cambian tantas veces como el viento cambia de dirección y velocidad. Pero aún sigo intentando definir mis propósitos. Sigo buscando mi camino a seguir. Busco mi lugar.
     Muchas han sido las ocasiones en las que he creído encontrar mi camino, siempre guiada por una u otra compañía. Muchas han sido las oportunidades y ocasiones que he tenido para cumplir algún sueño o encontrar el camino para tener un futuro. Y sigo en el mismo lugar, con los mismos miedos, con más ganas de salir a buscar mi sitio.
     Y cada vez que veo una luz que puede guiarme a salir de este túnel en el que yo misma me he metido, algo o alguien me lo impide. Vivo con la constante duda de si son baches reales o todo está en mi mente. Todo fruto de ese miedo. Miedo a fracasar. Y me pregunto si es un miedo real, me pregunto si algún día encontraré esa motivación que me haga obviar cada paso negativo y cada obstáculo en el camino para hacer mis sueños realidad.

domingo, 3 de febrero de 2013

Tantas veces

   ¿Cuántas veces me habré dado cuenta de que no vale la pena luchar por quien no se interesa por ti? ¿Cuántas veces me habré decepcionado por crearme falsas esperanzas sobre los demás?
   Y aun así sigo creyendo que todo el mundo actúa de buena fe, con buenas intenciones, de corazón. Sigo creyendo que por intentarlo una vez más no se pierde nada, cuando en realidad desperdicio mi tiempo creyendo en un posible cambio.
   ¿Cuántas veces tropezaré con la piedra de la desilusión? Y seguiré pensando que algo bueno está por venir, que por creer en los demás nada malo puede pasar. Y en cambio, las lágrimas toman posesión de mis ojos, y mis ganas de creer en la gente decaen. Todo se echa a perder.

   Y todo por creer en él...

lunes, 28 de enero de 2013

Pedacitos de esperanza

   Era una chica frágil que aparentaba ser fuerte. Era una chica fuerte que fingía ser de porcelana. Estaba ansiosa esperando que llegara aquel día, esperando verle a él. Porque des de que lo vio por primera vez, ya no se lo podía sacar de la mente. Y por fin había conseguido entrar en su círculo y hacerse un hueco en su mente. Pero ella quería más. No quería un hueco en su mente, quería ser lo único que la ocupara. Y seguía queriendo más, quería un pedacito de su corazón, quería ser su corazón.
   Quería ser la sangre que recorría sus venas y el aire que respiraba. La suave brisa que acariciaba su piel y la luz que guiaba su camino. Y ese día, estaba convencida. Convencida de que miraría sus profundos ojos azules y le diría el secreto que apretaba su corazón.
   Llegó el momento, los dos cogidos, abrazados desnudos sobre las sábanas, hablando con calma. Le miró a los ojos y su mente le ordenó que hablara, pero sus ojos fijos en él, y su boca muda dejaron pasar el momento. Un momento único y que a lo mejor no volvía. Pero algo en su interior le dejaba albergar una pizca de esperanza.
   Siguieron en la misma posición de total intimidad durante varios minutos más. Y la oportunidad de hablar flotaba en el aire, pero no podía reaccionar. Y se fueron separando poco a poco, acechados por una hora que ninguno de los dos quería que llegara.
   Él la agarró de la cintura y acercó sus labios para besarla suavemente. No quería que aquel breve instante acabara. Un beso corto, pero lleno de palabras que no supieron decirse. Un beso lleno de ternura y futuras promesas. Un beso que hizo crecer la llama de la esperanza en ambos corazones. Porque a pesar de no haberse dicho lo que tenían en mente, los actos habían hablado por sí solos.
   Las caricias prometían volver, los besos juraban no acabar, las palabras no hablar, y las miradas decían lo que sus labios callaban entre beso y caricia.
   Y fue a partir de ese día, que aumentó su cercanía. Había crecido su complicidad,y poco a poco, las palabras empezaban a salir con la promesa de tener otra oportunidad para formar un futuro juntos.

martes, 22 de enero de 2013

Contigo

   Tocar tu pelo y sentirte cerca. Acariciar tu cuerpo y oír tu acompasada respiración. Respirar tu olor y recorrer cada hueco de tu piel. Vestirme con tus sonrisas y enamorarme, cada día un poco más, de tu mirada.
   Me ha gustado poder escuchar el dulce hilo de tu voz mientras apoyaba mi cabeza en tu pecho. Poder reír sin temor a hacerlo demasiado fuerte. He sentido tu cuerpo dentro y fuera de mi, como un trozo de hielo acariciando mi piel para derretirse después.
   Estar contigo me hace feliz, ya no me cabe duda. Estar contigo hace que todo tenga sentido otra vez. Me hace querer un futuro. Un futuro no muy lejano, y a tu lado.